Lema
TOTS FEM ESCOLA
viernes, 10 de julio de 2009
Pancartas
Ya disponemos de pancartas para que podais adquirirlas al precio de 2 €. Quien quiera, se tendrá que poner en contacto en el correo: juanluisaguilar@telefonica.net
martes, 7 de julio de 2009
¿ La Marea Amarilla de vacaciones ?
No, no. La Marea Amarilla no se va de vacaciones....bueno, si, algun@s si.
Por eso queremos impulsar la iniciativa de que os fotografieis con vuestras camisetas por donde esteis de vacaciones.
Os animo a mandarnos vuestras fotos para así publicarlas, al correo:
Elegiremos las tres mejores.
¿ Uniforme ?
UNIFORME
La palabra “uniforme” no es de mi agrado. No me gusta la uniformidad en ningún aspecto, pero voy a limitarme nada más que a los uniformes escolares.
Quien haya tenido contacto con un niño o adolescente, alumno, hijo, o hijo de vecino, sabrá que el uniforme es un permanente punto de conflicto. Conflicto innecesario y que desgasta. Si se consideran las ventajas que su uso supone, ¿no tenemos ya suficientes conflictos sin resolver en las escuelas, para agregar otro de forma innecesaria?
La forma de vestirnos deja en evidencia rasgos de nuestra personalidad, tanto si nos preocupamos por ello como si no. Pretendemos enseñar a los niños el respeto por la diversidad, el no copiarnos, el ser auténticos, el valorar lo que somos y lo que tenemos, el no “prenderse” con marcas ¿y los vestimos a todos iguales? ¿y lo negamos en la escuela? Me dirán que la vestimenta es algo externo y vano, pero muchos chicos todavía no tienen ese concepto. Sabemos que todos salen de la escuela y se quitan cuanto antes el uniforme y ahí se comparan, se sienten diferentes y, lamentablemente, la gran mayoría no tiene contención y quien les explique que otras diferencias son más importantes, más ricas y dignas de respeto que la ropa ¿Por qué no aprovechamos en las escuelas todo ese potencial que nos daría mostrárselos desde algo que para ellos, en este momento de sus vidas, es significativo?
La palabra “uniforme” no es de mi agrado. No me gusta la uniformidad en ningún aspecto, pero voy a limitarme nada más que a los uniformes escolares.
Quien haya tenido contacto con un niño o adolescente, alumno, hijo, o hijo de vecino, sabrá que el uniforme es un permanente punto de conflicto. Conflicto innecesario y que desgasta. Si se consideran las ventajas que su uso supone, ¿no tenemos ya suficientes conflictos sin resolver en las escuelas, para agregar otro de forma innecesaria?
La forma de vestirnos deja en evidencia rasgos de nuestra personalidad, tanto si nos preocupamos por ello como si no. Pretendemos enseñar a los niños el respeto por la diversidad, el no copiarnos, el ser auténticos, el valorar lo que somos y lo que tenemos, el no “prenderse” con marcas ¿y los vestimos a todos iguales? ¿y lo negamos en la escuela? Me dirán que la vestimenta es algo externo y vano, pero muchos chicos todavía no tienen ese concepto. Sabemos que todos salen de la escuela y se quitan cuanto antes el uniforme y ahí se comparan, se sienten diferentes y, lamentablemente, la gran mayoría no tiene contención y quien les explique que otras diferencias son más importantes, más ricas y dignas de respeto que la ropa ¿Por qué no aprovechamos en las escuelas todo ese potencial que nos daría mostrárselos desde algo que para ellos, en este momento de sus vidas, es significativo?
A mí no me gusta ver setecientas personitas diferentes, diferentes, y a la vista tan iguales. Mi parecer es que el uniforme no zanja diferencias y separa aún más la escuela de la realidad. Afuera ven lo que la escuela oculta.
Algunas de las personas argumentan que uniformar a los alumnos da una visión hacia afuera y hacia adentro, de prolijidad, de escuela organizada. Me opongo totalmente a este concepto. Una escuela no es organizada porque se vea de un mismo color; y no voy a extenderme aquí contando cuándo y por qué es organizada la escuela. Otros aducen que da sentido de pertenencia, cosa con la que tampoco estoy de acuerdo. El sentido de pertenencia, al menos yo lo creo así, se da por las cosas compartidas, la contención, el afecto, el respeto, los objetivos comunes y todo aquello que en un momento nos hace decir "mi escuela" en lugar de "la escuela donde voy" "la escuela donde trabajo".
La prolijidad y la higiene no dependen de si se lleva o no uniforme, creo yo. Se pueden enseñar estos hábitos prescindiendo de él y sobre todo con el ejemplo, que a veces no lo hacemos. He visto uniformes en estado deplorable y humildes ropas con una pulcritud ejemplar.
En fin, yo pienso que el uso del uniforme es la cara más visible (no la única ni la más importante) del alejamiento entre el aula y la vida. Y en un aula alejada de la vida no se aprende. Sé que en nuestra época de escolares era diferente, la sociedad era diferente... caminó a pasos de gigante, la escuela sigue caminando a pasos de tortuga. No digo que sea mejor ni peor una cosa de la otra, antes o ahora, pero sí que se desencontraron.
Los uniformes de colegio suprimen la individualidad de los niños, inhiben la creatividad y la libre expresión, obligando a los estudiantes a ajustarse a unas reglas determinadas.
Un programa académico que anime a los estudiantes a seguir el pensamiento individual es mucho más importante que la ropa que llevan puesta.
Los uniformes no evitan las peleas ni la violencia entre niños y niñas. Un niño o niña puede encontrar otros motivos para burlarse de otro niño o niña. A menudo, la ropa es solo la excusa. Si la ropa no le da motivos, buscará otra causa. Se pueden meter con el estilo del peinado, el color del pelo, la altura, el peso, el olor, la forma de caminar, etc…
La problemática de que los niños se burlen de la ropa que otros llevan puesta se debería de afrontar directamente en lugar de ocultarlo bajo un uniforme. Esta es una excelente oportunidad para que padres y profesores enseñen a sus hijos y alumnos a aceptar a sus compañeros con independencia de la ropa que lleven puesta.
Por otro lado, no existe ninguna necesidad de comprar ropa de marca a los niños para ir al colegio. Esta es una excelente ocasión para explicar a los niños que hay cosas mucho más importantes en la vida que comprar y llevar ropa de marca.
El uniforme está cargado de reminiscencias de otras épocas, del franquismo y de sus símbolos, del azul o del rojo, del color que hayan tenido las dictaduras en distintos países, y con escudos llenos de lanzas o de animales que representan los altos vuelos del poder.
Ahora que las monjas y los curas se quitan el hábito para ir a clase en la universidad; los militares van de paisano, y los jugadores de fútbol nada más acaba el partido se quitan el uniforme y publicitan marcas... Ahora, ¿queremos que los niños se pongan uniforme?
Hay padres que optan por la escuela pública "por principios" y no sólo quieren que sus hijos vivan la pluralidad de la sociedad sino "que la vean", explica el director de uno de los institutos. Se niegan al uniforme.
Pero vestir de uniforme tiene tras sí una larga historia. Recordemos, por ejemplo, cómo el cuello Mao se impuso a 900 millones de habitantes. El uniforme ha sido un instrumento para establecer jerarquías y distancias entre clases o entre castas. En suma, el uniforme trae a la memoria lo militar, la penitenciaría, la hospitalización, el internado. Evoca la despersonalización, lo homogéneo, la falta de iniciativa y de autonomía o la ausencia de sensibilidad estética. Suele oponerse a modernidad, innovación y juventud.
Pero cabe también plantearse si no sería un magnífico tema para aprender a tratar con la diversidad social y cultural. Visto el empeño que ponen los jóvenes en saturar su cuerpo de comunicación social, no estaría demás convertir ese interés en una herramienta de aprendizaje y desarrollo de la sensibilidad estética y social.
Algunas de las personas argumentan que uniformar a los alumnos da una visión hacia afuera y hacia adentro, de prolijidad, de escuela organizada. Me opongo totalmente a este concepto. Una escuela no es organizada porque se vea de un mismo color; y no voy a extenderme aquí contando cuándo y por qué es organizada la escuela. Otros aducen que da sentido de pertenencia, cosa con la que tampoco estoy de acuerdo. El sentido de pertenencia, al menos yo lo creo así, se da por las cosas compartidas, la contención, el afecto, el respeto, los objetivos comunes y todo aquello que en un momento nos hace decir "mi escuela" en lugar de "la escuela donde voy" "la escuela donde trabajo".
La prolijidad y la higiene no dependen de si se lleva o no uniforme, creo yo. Se pueden enseñar estos hábitos prescindiendo de él y sobre todo con el ejemplo, que a veces no lo hacemos. He visto uniformes en estado deplorable y humildes ropas con una pulcritud ejemplar.
En fin, yo pienso que el uso del uniforme es la cara más visible (no la única ni la más importante) del alejamiento entre el aula y la vida. Y en un aula alejada de la vida no se aprende. Sé que en nuestra época de escolares era diferente, la sociedad era diferente... caminó a pasos de gigante, la escuela sigue caminando a pasos de tortuga. No digo que sea mejor ni peor una cosa de la otra, antes o ahora, pero sí que se desencontraron.
Los uniformes de colegio suprimen la individualidad de los niños, inhiben la creatividad y la libre expresión, obligando a los estudiantes a ajustarse a unas reglas determinadas.
Un programa académico que anime a los estudiantes a seguir el pensamiento individual es mucho más importante que la ropa que llevan puesta.
Los uniformes no evitan las peleas ni la violencia entre niños y niñas. Un niño o niña puede encontrar otros motivos para burlarse de otro niño o niña. A menudo, la ropa es solo la excusa. Si la ropa no le da motivos, buscará otra causa. Se pueden meter con el estilo del peinado, el color del pelo, la altura, el peso, el olor, la forma de caminar, etc…
La problemática de que los niños se burlen de la ropa que otros llevan puesta se debería de afrontar directamente en lugar de ocultarlo bajo un uniforme. Esta es una excelente oportunidad para que padres y profesores enseñen a sus hijos y alumnos a aceptar a sus compañeros con independencia de la ropa que lleven puesta.
Por otro lado, no existe ninguna necesidad de comprar ropa de marca a los niños para ir al colegio. Esta es una excelente ocasión para explicar a los niños que hay cosas mucho más importantes en la vida que comprar y llevar ropa de marca.
El uniforme está cargado de reminiscencias de otras épocas, del franquismo y de sus símbolos, del azul o del rojo, del color que hayan tenido las dictaduras en distintos países, y con escudos llenos de lanzas o de animales que representan los altos vuelos del poder.
Ahora que las monjas y los curas se quitan el hábito para ir a clase en la universidad; los militares van de paisano, y los jugadores de fútbol nada más acaba el partido se quitan el uniforme y publicitan marcas... Ahora, ¿queremos que los niños se pongan uniforme?
Hay padres que optan por la escuela pública "por principios" y no sólo quieren que sus hijos vivan la pluralidad de la sociedad sino "que la vean", explica el director de uno de los institutos. Se niegan al uniforme.
Pero vestir de uniforme tiene tras sí una larga historia. Recordemos, por ejemplo, cómo el cuello Mao se impuso a 900 millones de habitantes. El uniforme ha sido un instrumento para establecer jerarquías y distancias entre clases o entre castas. En suma, el uniforme trae a la memoria lo militar, la penitenciaría, la hospitalización, el internado. Evoca la despersonalización, lo homogéneo, la falta de iniciativa y de autonomía o la ausencia de sensibilidad estética. Suele oponerse a modernidad, innovación y juventud.
Pero cabe también plantearse si no sería un magnífico tema para aprender a tratar con la diversidad social y cultural. Visto el empeño que ponen los jóvenes en saturar su cuerpo de comunicación social, no estaría demás convertir ese interés en una herramienta de aprendizaje y desarrollo de la sensibilidad estética y social.
Las diferencias sociales existen ¡qué le vamos a hacer! ¿por qué queremos mantenerlo en secreto para los niños? Uniformarlos es ponerles una venda en los ojos para que no las vean. Un buen día, cuando sean más mayores, les retiraremos la venda y tendrán que vivir en un mundo que no conocen. Se prevén palos por todos lados. ¿Por qué queremos crear un micro-mundo para ellos? ¿No nos damos cuenta de que un día saldrán de él? ¿No les estamos engañando?
Estoy completamente en contra de la obligatoriedad de los uniformes en las escuelas.
¿Por qué? Porque todos los argumentos que se dan a favor no tienen ninguna justificación.
1. Los uniformes igualan a los alumnos. FALSO: la competencia entre los alumnos (incluso los más pequeños) es connatural a la edad y es mayor en objetos como relojes, móviles, bolígrafos, calculadoras, mochilas ¿También debemos uniformar toda esta parafernalia?
2. Los uniformes resultan más baratos. FALSO: ropa hay de todos los precios y útil para cualquier situación, no solo circunscrita al ámbito escolar. ¿A ver si alguien tiene intereses textiles ocultos?
3. Los uniformes evitan problemas a la hora de vestir a los niños. FALSO: los padres tenemos la obligación de educar (también en esto) a nuestros hijos. No es más que una nueva dejadez de funciones de algunos padres.
4. Los uniformes integran más a los alumnos. FALSO: la integración de los alumnos necesita muchas más cosas que ropa de un mismo color. Necesita dedicación de los profesores, colaboración de los padres y, sobre todo, condiciones materiales y recursos por parte de la administración.
Podría seguir, pero creo que ya es suficiente.
Utilizando un símil médico (por si alguien lo entiende mejor así), imagínense ustedes que llega a un hospital un paciente que presenta una sintomatología grave. ¿Qué hacemos? Si el hospital cuenta con todos los recursos necesarios se actúa siguiendo el protocolo hasta solucionarlo. Pero, ¿qué ocurre si no hay habitaciones suficientes, si no hay los médicos necesarios, si no hay ni las medicinas imprescindibles? Yo os lo digo: le ponemos una tirita (eso sí todas del mismo color, todas iguales) y ya hemos salvado nuestra conciencia.
Estoy completamente en contra de la obligatoriedad de los uniformes en las escuelas.
¿Por qué? Porque todos los argumentos que se dan a favor no tienen ninguna justificación.
1. Los uniformes igualan a los alumnos. FALSO: la competencia entre los alumnos (incluso los más pequeños) es connatural a la edad y es mayor en objetos como relojes, móviles, bolígrafos, calculadoras, mochilas ¿También debemos uniformar toda esta parafernalia?
2. Los uniformes resultan más baratos. FALSO: ropa hay de todos los precios y útil para cualquier situación, no solo circunscrita al ámbito escolar. ¿A ver si alguien tiene intereses textiles ocultos?
3. Los uniformes evitan problemas a la hora de vestir a los niños. FALSO: los padres tenemos la obligación de educar (también en esto) a nuestros hijos. No es más que una nueva dejadez de funciones de algunos padres.
4. Los uniformes integran más a los alumnos. FALSO: la integración de los alumnos necesita muchas más cosas que ropa de un mismo color. Necesita dedicación de los profesores, colaboración de los padres y, sobre todo, condiciones materiales y recursos por parte de la administración.
Podría seguir, pero creo que ya es suficiente.
Utilizando un símil médico (por si alguien lo entiende mejor así), imagínense ustedes que llega a un hospital un paciente que presenta una sintomatología grave. ¿Qué hacemos? Si el hospital cuenta con todos los recursos necesarios se actúa siguiendo el protocolo hasta solucionarlo. Pero, ¿qué ocurre si no hay habitaciones suficientes, si no hay los médicos necesarios, si no hay ni las medicinas imprescindibles? Yo os lo digo: le ponemos una tirita (eso sí todas del mismo color, todas iguales) y ya hemos salvado nuestra conciencia.
Pues eso; la chorrada de la obligatoriedad del uniforme es la tirita que utiliza la Consellería. Lo grave es que haya gente que se lo crea, y, mientras tanto, el Conseller partiéndose de risa.
Sic transit Fontis Morae regnum.
No solo lo cuestiona el ministerio, pretender que una medida tan absurda e ineficaz va a ayudar a algo que no sea a que los fabricantes de uniformes ganen una pasta a costa de nuestros bolsillos, es una tontería, ya os digo, pretenden que nuestros hijos/as vayan de uniforme, den clase en barracones y se les imparta Epc en una lengua extranjera, esto parece vivir en un país ocupado por una potencia extranjera, militarizar y degradar la educación pública, es intorerable, vamos.
No solo lo cuestiona el ministerio, pretender que una medida tan absurda e ineficaz va a ayudar a algo que no sea a que los fabricantes de uniformes ganen una pasta a costa de nuestros bolsillos, es una tontería, ya os digo, pretenden que nuestros hijos/as vayan de uniforme, den clase en barracones y se les imparta Epc en una lengua extranjera, esto parece vivir en un país ocupado por una potencia extranjera, militarizar y degradar la educación pública, es intorerable, vamos.
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Articulo aportado por Padre Aula 3 años infantil Valenciano
Libros curso 2009-2010
Ante la insistencia de muchos, estos son los listados de los libros de cada curso. Son fotos hechas de los listados colgados de la puerta del colegio, por lo que ruego disculpeis la calidad del documento.
Si alguien sabe de algún cambio, rogamos seamos avisados para modificarlo, ya que como es lógico, no estamos todos los días a la puerta del colegio.
Gracias.
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